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10 puntos para tener en cuenta a la hora de escoger un buen adiestrador.
En el mundo del perro, todo gira alrededor de preguntas como ¿qué raza es la más inteligente? ¿El carácter de tal raza es bueno, tranquilo, nervioso? ¿Esta raza es mejor que la otra? ¿Por qué no viene cuando le llamo? etc…
Cuando recurrimos a un adiestrador damos por sentado que él lo sabe todo y desde el principio confiamos en él. Ahora os hacemos las siguientes preguntas ¿cómo saber que la persona que me está asesorando es un buen adiestrador profesional? ¿Cómo debe ser un buen educador canino?
Lo primero que tenemos que tener claro es que un adiestrador es una persona como nosotros, con sus defectos y sus virtudes, sus inseguridades y sus buenos o malos días, no es “El que lo sabe y controla todo”; comete fallos y errores como todo el mundo. Pero hay ciertos requisitos imprescindibles que debe cumplir como buen profesional:
- Debe ser un buen comunicador para saber transmitirnos en qué situación está nuestro perro, qué hacer y cómo actuar con él en cada momento.
- Tiene que ser también un poco psicólogo; debe ser capaz no sólo de identificar cómo es nuestro perro y evaluar el ambiente en el que se desenvuelve si no, sobretodo, de saber conseguir de nosotros el estado emocional adecuado que nos permita el control idóneo del animal.
- Tiene que poder ver en nosotros cómo somos, qué queremos y qué somos capaces de hacer. Para eso necesita tener la habilidad de identificar detalles que a muchos de nosotros se nos puede escapar. Un perro es una “esponja” de nuestros sentimientos. Si estamos nerviosos, tristes, contentos, deprimidos, etc… él lo capta y lo interpreta desde su manera de percibir las emociones.Una persona activa puede transmitir a su perro nerviosismo, inseguridad (si no hace lo que queremos nosotros nos decepcionamos), miedo (al decepcionarnos y no entenderle, le reñimos sin que él entienda el por qué); Una persona deprimida, al volcar sus inseguridades y sus preocupaciones, puede estar transmitiéndole miedo, inseguridad o incluso agresividad. Al no ser nosotros capaces de controlar la situación al 100% se siente responsable a la manada y se vuelve protector y dominante.
- Un adiestrador debe reconocer todas estas cosas y ser capaz de explicarnos cómo reconducir la situación, sabiendo a la vez ayudar y “explicarle las cosas” a nuestro perro.
- El buen adiestrador debe conseguir el equilibrio emocional del perro. El equilibrio siempre se construye añadiendo la cantidad exacta de dos ingredientes contrapuestos; en la educación del perro hay que premiar sus progresos, pero es necesario reprimir sus malas acciones. Ambas medidas deben cohexistir, insisto, en la medida justa que equilibre al animal. No se puede basar un proceso educativo exclusivamente en el premio, de la misma manera que no es buen adiestrador el que sólo castiga y nada más. Saber qué toca en cada momento es lo difícil y un buen profesional debe identificar cómo, cuándo y cuánto estimulo requiere el perro, sea de uno y otro signo.
- La agresividad en un perro, no es sólo dominancia; es más, en pocas ocasiones es así. En gran número de casos la agresividad se debe al miedo y la inseguridad: El animal puede sentirse amenazado por algo que en realidad no suponga amenaza alguna, y la mejor defensa es un buen ataque… Esa inseguridad se la podemos haber “enseñado” nosotros, si darnos cuenta. En estos casos tan frecuentes el papel del adiestrador es importantísimo, pues ha de solucionar la inseguridad tanto al perro como a su dueño.
- No existe una única técnica, ni una guía de qué hacer, no se puede seguir un patrón. Cada perro y su entorno son distintos, viven momentos y situaciones distintas, así que no existe un manual del buen adiestrador. Nunca el trabajo con los perros es el mismo para todos ellos. Cada modificación de conducta es diferente, pues es la causa concreta que lo originó la que define la manera de actuar.
- Hay actitudes que no deben justificarse y sí solucionarse. No es correcto dejar que el perro haga su voluntad:
- “No le gusta que le molesten mientras como y por eso gruñe”
- “No le toques debajo del cuello porque se siente amenazado y por eso muerde”
- “No le gustan los niños y por eso enseña los dientes”
- Un buen adiestrador profesional tiene que tener la habilidad de hacernos entender que estas situaciones no son normales en la naturaleza de los perros, y enseñarnos a reconducirlas. Un perro centrado y equilibrado se comporta tranquilo y paciente cuando toca, juguetón y enérgico si corresponde, pero nunca debe mostrar una amenaza hacia nosotros, el resto de la manada, ni hacia nadie.
- Los perros no son personas; son animales muy inteligentes, pero su mente funciona distinta a la nuestra. Un buen adiestrador tiene que ser capaz de explicarnos esas diferencias, y enseñarnos a entender cómo piensa y actúa un perro: sólo así podremos tener un perro seguro, sociable, amigable y que sepa cuál es su sitio en la manada.
- Teneos que poner nuestra confianza en un sólo profesional que nos guíe en la educación de nuestro perro. Tiene que ser alguien con experiencia y bagaje contrastados. Sobretodo, ese profesional tiene que haber conseguido buenos resultados en la educación de los perros y la modificación de sus conductas, estableciendo para sus dueños “salud familiar”. Debe ser un instructor acreditado como adiestrador canino profesional. Desde hace años, la Asociación Nacional de Adiestradores Caninos en España acredita la profesionalidad de sus asociados a la vez que les ofrece una formación continuada. Todos sus socios han pasado exámenes de certificación y han demostrado sus experiencia ante la entidad.